Aunque parezca mentira, el ministro de Economía Luis Caputo lo dijo. Lo blanqueó, sin ruborizarse, en una frase tan cruda como reveladora. Confirmó, con la naturalidad de quien dice “buen día”, que la Argentina se está convirtiendo en un país sin clase media, donde algunos tienen que vender los dólares que ahorraron con esfuerzo para pagar el alquiler, mientras otros pueden darse el lujo de comprarlos para irse de viaje al exterior.
Lo dijo textual, casi como contando una anécdota simpática:
“Déjeme ponerles un un ejemplo. Si Federico se quiere ir de viaje con su familia a algún lugar y tiene que comprar dólares y Chembo los tiene que vender porque quiere pagar el alquiler. Entonces, le vende sus dólares a Federico. fue una transacción entre privados. Los dos están contentos con su transacción. Ahora Chembo tiene pesos, puede pagar el alquiler. Federico tiene dólares, se fue con su familia afuera“.
No es un error de transcripción. Lo dijo así, con balbuceos, pero con una sinceridad brutal que hiela la sangre. Caputo, el mismo que diseñó el ajuste más feroz de las últimas décadas, normalizó en esa respuesta la desigualdad creciente en la Argentina de Javier Milei.
Los dos “contentos”
Y hasta usó, vaya casualidad, el nombre del ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, como ejemplo de “rico” que viaja al exterior.
“Vos vas a tener que vender tus dólares ahorrados para pagar el alquiler y Federico con esos dólares va a poder viajar al exterior con su familia“.
En otras palabras, Caputo explicó que su plan económico se basa en que los que están al límite liquiden sus ahorros para cubrir lo básico, mientras los más acomodados, y probablemente beneficiados por el mismo modelo, puedan comprar esos dólares y salir a pasear por el mundo. Y lo dijo como si fuera una situación deseable, hasta virtuosa.
Ahí está el quid de la cuestión: Caputo presenta como “transacción entre privados” lo que en realidad es el reflejo de una brecha que se ensancha día tras día. Porque “Chembo” no vende sus dólares porque le divierte. Los vende porque no llega a pagar el alquiler, porque la inflación le devoró el sueldo, porque el costo de vida se hizo insostenible. Mientras tanto, Federico —ese “Federico” genérico pero también muy concreto— se va tranquilo con la familia, pagándose un viaje con esos mismos billetes verdes.
La Argentina sin clase media
La pregunta inevitable es si esta sinceridad brutal de Caputo nace de que ya no le importa nada y dice lo que piensa sin filtro, o si de verdad cree que es positivo para el país que “los privados” se salven solos, aun a costa de la clase media que se disuelve.
Porque detrás de esa lógica de “transacciones felices” se esconde una Argentina donde la movilidad social, otrora orgullo nacional, retrocede a paso firme.
En definitiva, Caputo no sólo blanqueó una desigualdad que todos vienen olfateando. También la naturalizó, como si la Argentina de “Chembo” vendiendo sus ahorros para que Federico se vaya de viaje fuera la única posible.
Y, lo que es peor, como si todos tuvieran que estar “contentos” de que así sea.