Pese a que se suele bajar la importancia de este delito, lo cierto es que afecta notablemente la vida de familias. En los últimos días, más de diez motos “desaparecieron”.
Ni las promocionadas cámaras de videovigilancia del municipio, ni la “eficiente” labor desplegada en seguridad parecen ser suficientes para poner un tope a un delito que afecta la vida de familias juninenses: el robo de motos. Una constante que llevó a la “desaparición” de al menos diez rodados en los últimos diez días.
Sin dudas, esto habla del “mercado negro” que hay detrás de este delito. Las pocas motos que se “recuperan” son por la propia labor investigativa llevada adelante por los mismos damnificados, que ofreciendo recompensas y haciendo una ardua tarea de recolección de datos, logran dar con su moto.
Mientras, las autoridades hacen “mutis por el foro”. Ni una palabra sobre este flagelo, a la vez que siguen con el latiguillo de “sin casco no hay moto”, campaña que sólo sirve para castigar a trabajadores desprevenidos, nunca para atrapar a un delincuente a bordo de una moto robada.
LOS ÚLTIMOS CASOS
Una Guerrero de color negra de 110 c.c. de cilindrada fue robada en Dorrego entre Tucumán y República Libanesa, cerca de la 1 de la madrugada del domingo, según los datos que trascendieron porque estadísticas oficiales no hay en disponibilidad.
En la madrugada del martes pasado, habían “desaparecido” tres motos de una playa de estacionamiento ubicada cerca de las rutas 7 y 65.
Además, los ladrones también se apropiaron de una moto que estaba estacionada en inmediaciones de Canavesio y Yanquelén, una Keller de 110 c.c. de cilindrada, color negra.
Estos son apenas algunos de los casos trascendidos. Sin respuestas oficiales y sin datos sobre ese “mercado” paralelo que funciona como un gran agujero negro en el que las pistas desaparecen junto con las motos.