La razón estructural del resurgir de la divisa radica en que el Banco Central cuenta con la mitad de los activos necesarios. Se suman factores coyunturales: fin de la cosecha, inversores como JP Morgan que dejan la bicicleta financiera, fallo contra YPF e incertidumbre electoral. Mientras, se venden al 50% alimentos y bebidas por vencer en un país donde la metodología estadística registra menos pobres.
El economista Eduardo Levy Yeyati sabe lo que es salir de un peso sobrevaluado. Le tocó como gerente general del Banco Central desarmar la convertibilidad en 2002. Ahora es el asesor económico jefe de Adcap Grupo Financiero y junto al economista jefe de la entidad, Federico Filippini, escribieron en un informe a sus clientes este martes, el mismo día en que el ministro de Economía, Luis Caputo, invitaba a los “campeones” a comprar dólares si los veían baratos: “El Banco Central de Argentina tiene reservas peligrosamente bajas. Descontando el swap con China, el stock bruto ronda los US$28.000 millones, apenas la mitad de lo que sugieren como prudente los propios criterios del FMI”. Chile, con casi cinco décadas de estabilidad, se da el lujo de tener un 20% menos de lo que pide el Fondo Monetario Internacional, pero Brasil sobrecumple en un 20%; Colombia, en un 27%; México, en un 31% y Perú -ese país al que admira Caputo, pese a su inestabilidad política y a ser uno de los latinoamericanos con más trabajo infantil-, en un 160%.
La escasez de reservas es el factor estructural detrás de la suba del 6% del dólar en las últimas dos semanas, según el último reporte de la Gerencia de Estudios Económicos del Banco Provincia de Buenos Aires, donde se desempeña Matías Rajnerman como jefe de macroeconomía. “En lo que resta de la gestión Milei vencen casi US$40.000 millones de deuda en moneda extranjera, un monto casi igual a las reservas brutas actuales (US$41.600 millones)”, apunta la entidad bonaerense. Y el faltante ocurre en el contexto de un déficit de cuenta corriente (la que incluye comercio de bienes y servicios y rentas) de US$15.000 millones previsto para 2025, según el banco. “Va ser tan lindo hacer un puente: ¿cómo se pagará el déficit de cuenta corriente?”, se titula el informe.
A su vez, el Provincia identifica tres motivos coyunturales para el salto de la divisa, que arruinó las ganancias de quienes apostaban a la bicicleta financiera de las tasas en pesos. Primero, el fin de la temporada alta de liquidación del sector agropecuario, el segundo trimestre del año. Además, este año estuvo impulsada por la rebaja temporaria de retenciones, que finalizó el pasado lunes y que ha llevado a que ahora en este tercer trimestre haya menos granos para liquidar.
Segundo, el mercado ya no le renueva toda la deuda en pesos al Estado, como quedó demostrado la semana pasada, cuando se terminaron inyectando $4,3 millones, que en parte pueden terminar yendo al dólar y no a nuevos préstamos, como sueña Caputo. Ocurrió antes de que JP Morgan recomendara salir de los bonos en moneda nacional para ir a los que están en dólares. En el mercado algunos analistas advierten que el banco estadounidense suele llegar tarde a las movidas especulativas y que, como tantos otros inversores, observa el bajo nivel de reserva y entonces prevé una devaluación tras las elecciones nacionales de octubre. Aunque algunos ya comienzan a dudar si el mercado no puede presionar a una depreciación brusca antes de los comicios bonaerense de septiembre, sobre todo si aparece una encuesta que muestre fuerte al peronismo unido con el pegamento de la condena de Cristina Fernández de Kirchner. Por lo pronto, el fondo estadounidense Pimco vendió parte de sus bonos Bonar 30, pero no todos.
El tercer factor coyuntural que impulsó el dólar esta semana reside, según el Provincia, en el fallo de la juez de Nueva York Loretta Preska que obliga a la Argentina pagarle con el 51% de YPF a los fondos buitre Burford Capital, que litiga con unos derechos que le cedieron los Eskenazi, y Eaton Park, uno de Reino unido y otro de EE UU. Pese al alineamiento del presidente Javier Milei con EE.UU. y su pleitesía por Donald Trump, la justicia norteamericana no le responde. Aunque el excandidato presidencial que prometía privatizar YPF ahora diga que apelará en todas las instancias judiciales, quedan dudas de si su gobierno defiende con pericia los intereses del Estado. Su primer subprocurador del Tesoro de la Nación fue Andrés de la Cruz, exabogado de los Eskenazi, y el actual procurador es Santiago Castro Videla, exsocio de un exletrado de Burford. Queda por ver si el avance del juicio afecta el financiamiento de los proyectos de YPF en Vaca Muerta, donde los altos costos en dólares derivan en cada vez más frecuentes despidos masivos en empresas proveedoras y constructoras.
Si la esperanza en los hidrocarburos desilusiona, ¿quién generará los dólares? En la minería, el litio sigue padeciendo precios internacionales bajos y sus proyectos marchan lento. En cobre, otro elemento clave para los autos eléctricos -pues usan cinco veces más cables que los a combustión-, hay cinco proyectos en gateras de hasta US$4.000 millones: Taca Taca, en Salta; Mara, en Catamarca; y Pachón, Los Azules y Josemaría, los tres en San Juan. Pero sólo Los Azules recibió la aprobación del estudio de impacto ambiental, que es el primer paso para después salir de ronda para buscar financiamiento entre bancos internacionales, automotrices y organismos multilaterales. Una vez conseguida la plata, hay que presentar la iniciativa al Gobierno para que le apruebe en el marco del Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones (RIGI). Por ahora, el Ejecutivo autorizó cinco de los 11 proyectos presentados: un parque solar, un oleoducto, una planta de gas natural licuado (GNL, el que se exportará por barco), uno de litio y otro de siderurgia. Después vienen tres años de construcción de las minas de cobre, antes de empezar a exportar.
Otro sector con potencial de generación de dólares es el de captura de carbono a través de la restauración y la forestación de bosques nativos, que ofrecen empresas como GMF a laboratorios, petroleras, agrícolas y bancos. Pese al negacionismo climático de Trump y Milei, las postergaciones en las metas internacionales y el creciente gasto militar mundial, que desvía recursos, EE.UU. y Europa exigirán cada vez más de acá a 2030 que las importaciones de minería, siderurgia o agro sean carbono neutrales, los bancos también limitarán su financiamiento a iniciativas de estas características.
El gobierno libertario intentó sin suerte crear un mercado de bonos verdes en la ley Bases. Brasil y Paraguay ya tienen una norma así. En la Argentina, la Mesa del Carbono propuso una ley que espera en el Congreso: la integran desde la Sociedad Rural hasta las empresas Arauco, Celulosa, Arcor, Laharrague, Las Marías, Benetton, YPF y Vista, desde la certificadora de captación de carbono Verra hasta las consultoras GMF, GreenSur, Fotosíntesis y Allcot, estudios de abogados y bolsas de comercio.
Más allá de la opinión del banco que controla Axel Kicillof, en el mercado bursátil analistas como Pablo Bachur, de Tomar Inversiones, atribuye el alza del tipo de cambio a la recomendación de JP Morgan de salir del peso; una demanda que percibió que el dólar estaba barato, tras un año y medio subiendo menos que la inflación; y las dudas por el resultado electoral. En otro banco estadounidense que no es JP Morgan advierten de que Milei ha polarizado al extremo las próximas elecciones entre votar a su partido para profundizar sus reformas de por sí radicales hacia la destrucción del Estado o el contraste de un peronismo conducido por Kicillof o Máximo Kirchner. En la entidad no descartan que antes de los comicios bonaerenses el dólar puede trepar de los $1.245 actuales hasta el tope de la banda cambiaria pactada con el FMI, de $1.442 en la actualidad. De ocurrir, confían en que el Gobierno pueda domar el tipo de cambio ofreciendo más tasa de interés.
En un banco nacional prevén tensión cambiaria en estos dos meses previos a las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre. Y, por consiguiente, anticipan que el dólar contagiará un rebrote de la inflación por encima del 2% en julio y agosto, tras el 1,5% de mayo. Habrá que ver cómo impacta en el humor del electorado. Pero está claro que un 2% es mucho menos que el 12% del último mes del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner y su ministro de Economía, Sergio Massa.