El ajuste en las compras familiares no alcanza a la yerba mate. El motivo, preocupante: en los sectores vulnerables se reemplazan almuerzos y cenas por una ronda de mates.

La yerba mate aumentó su precio un 343% entre febrero de 2023 y febrero de 2024, unos 67 puntos por encima de la inflación, que fue en ese período de un 276%. Solamente entre diciembre y enero el medio kilo de yerba en góndola aumentó por encima del 55%, más del doble que los salarios registrados y casi el triple que los salarios no registrados, siempre según cifras del Indec (el índice de salarios de febrero recién se conocerá a fin de abril).
Estos datos sugieren que, en el mismo período, el consumo de la yerba debería haber bajado. De hecho, en febrero las ventas minoristas de alimentos y bebidas cayeron un 15,5% interanual, y un 2,7% respecto a enero, según el último informe de la CAME. En los grandes supermercados, en tanto, las ventas de alimentos bajaron en febrero un 7,4%, según la consultora Scentia.
Por qué creció el consumo de yerba en la crisis
Ante este escenario, la mayoría de las fuentes consultadas coincide en que la suba del consumo de yerba en el último año se debe precisamente a la aceleración inflacionaria y la caída del ingreso real.
María Martha Oria, Subgerente de Promoción y Desarrollo del INYM, se distanció de esta apreciación al afirmar que “la yerba mate ha pasado a ser una bebida/alimento que se consume en todos los estratos sociales, aun en los más altos, en aumento constante incluso desde antes de septiembre”. “La yerba mate es la infusión nacional y su consumo no tendría que estar ligado a hogares de bajos recursos sino a una costumbre que crece”, agregó.
Sin embargo, otros referentes del sector yerbatero lo ven de manera diferente. “El 2023 fue récord de venta de yerba mate. Enero fue superior a enero del año pasado y febrero también fue superior a febrero del año pasado. Evidentemente el mate está en la familia de los argentinos en los buenos y en los malos momentos sobre todo”, señaló a El Destape Jonas Petterson, director del INYM como representante del sector productivo.
En ese sentido, Petterson explicó que “comparativamente sigue siendo más económicamente conveniente tomar mate y no otra bebida. Un kilo de yerba, aunque lo pagues de 3.000 a 4.000 pesos, te rinde 20 termos de mate. Una bebida la pagás no menos de 2.500 pesos (una botella) y listo, se terminó”.
Del mismo modo, el productor yerbatero Cristian Klingbeil reconoció que se trata de una tendencia histórica del sector. “Siempre se dijo, incluso en reuniones con representantes de grandes molinos, que las crisis no nos asustan a nosotros porque siempre se consumió igual o más yerba”, dijo.
Klingbeil fue más allá que Petterson, al admitir que “tal vez la gente reemplaza el café y lamentablemente también a veces alguna comida. No me alegra para nada pero es lo que pasa. La yerba tiene una estabilidad que nos sigue sorprendiendo”.
Pese a la liberación del precio de la materia primera de la yerba de la semana pasada, consideró que el paquete en góndola no debería aumentar sino que “la variable de ajuste va a ser el productor”. Y agregó que, si sigue la alta inflación, en todo caso es probable que la gente deje de comprar el paquete de un kilo para reemplazarlo por el de medio, pero que el consumo total no va a descender.
Esta lamentable tendencia producto de la crisis y la necesidad es confirmada también desde los movimientos sociales. Matías Gayol, referente de Unidad Piquetera, señaló a El Destape que muchas personas que dependen de sus 180 comedores y merenderos manifiestan que “reemplazan comidas enteras por mate o té con pan”. “El mate te saca el hambre y les permite tirar hasta la noche, donde se hace la comida principal, muchas veces la única comida real del día”, resumió.