Pero volvamos a la política en serio. Milei se dedicó un año y medio a mirarse en el espejo, extasiado. Mientras tanto, su hermana y los Menem fueron detonando una por una la relación con los gobernadores, que le pusieron el cuerpo a una gestión que los obligaba a consumir una ración de sapos muy superior a la habitual en la política.
Karina Milei tiene un sueño imperial que a fuerza de buscar “pureza” libertaria -traducido sometimiento total-, está logrando un milagro al revés: aún en el caso que el armado sea exitoso, cosechará menos de lo que ya tenía. O sea, prende fuego una hectárea, para concentrarse en plantar algunas macetas.
Ejemplo: Tenía a la provincia de Corrientes regalada. Pero eligió romper con el gobernador e ir a una aventura electoral con el inestable Lisandro Almirón. Si les va muy bien, por ahí meten un diputado nacional en octubre. A cambio, perdieron un gobernador y dos senadores nacionales, que hoy votaron contra el Gobierno. Y así todo.
Lo que ocurrió en el Gobierno es que había dos líneas: una de Santiago Caputo, que buscó reemplazar la falta de estructura nacional con acuerdos con los gobernadores que pasaron a llamarse “aliados”. Pragmatismo: así como su tío alquila reservas, él alquilaba gobernadores.
La otra línea, la de Karina y Milei estaba harta de tener que negociar, es decir hacer política. Y descubrieron el agujero del mate: tengamos todos propios. Esa línea se impuso, con la ayuda interesada de los Menem, cuya empresa de seguridad vive una expansión inusitada. Santiago es hoy una víctima resentida, lo corrieron de la mesa política, de la relación con los gobernadores y del armado de las listas. Con el poder que le quedó conspira contra el Gobierno, para que Karina entienda que lo necesitan. Buena suerte con eso.
En el medio, la pelea con los periodistas, total nos bancan las redes. Buena suerte con eso también.
Tenemos entonces un gobierno que transita una guerra interna en cámara lenta, que se suma al deterioro del plan económico.
Milei atrincherado sólo atina a bajar una línea: Todo después de octubre. El cambio de gabinete, la devaluación, la reforma laboral, la discusión en el corazón del poder.
Atado a una extraña conclusión: si ganan la provincia de Buenos Aires, los planetas vuelven a alinearse. Pero cuidado: primero, tiene que pasar. El cierre desangelado con los restos del PRO no transmitió mucha épica y les quedó bastante afuera. Están los Passaglia y ahora una tercera lista que suma radicales, peronistas republicanos y lilitos.
Pero más importante: ¿Dónde está escrito que ganar la provincia resuelve los problemas de un gobierno? ¿Qué una vez logrado ese objetivo, bajará el riesgo país, vendrán las inversiones, se recuperará el empleo y se acomodarán el dólar y las reservas? Si fuera tan sencillo, Macri habría sido reelecto caminando.
Es curioso cómo se dan las cosas, un Presidente que dijo que sólo le interesaba ocuparse de la economía, ahora apuesta a la política para resolver lo que no puede resolver en la economía.