ESCRIBE: Silvina Carrizo (*)
Los retos de seguridad, descarbonización y la pobreza impulsan la transición energética. El modelo energético convencional co-evoluciona con uno alternativo: sostenible, diverso e inclusivo. Las fuentes fósiles ven su protagonismo afectado por el aprovechamiento creciente de recursos renovables. Los cambios se promueven a diferentes escalas, desde el escenario geopolítico mundial a la organización socioproductiva local. En diversos países y territorios se consolidan estrategias energéticas acordes con los Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS y otras agendas ambientales. La legislación, normativa y promoción de proyectos varían concomitantemente. Luego, se tiende a diversificar, ampliar y mejorar la producción, provisión y uso de la energía. Estos frentes de acción multiplican las oportunidades de hacer de la energía un recurso territorial, refuerzan sus múltiples valores, no solo como actividad productiva, o como servicio, sino también como patrimonio, paisaje, identidad y fuerza colectiva.
Argentina posee conocimiento, experiencia y potencial excepcional en energías renovables. Su aprovechamiento contribuye a reforzar los sistemas, obtener una producción distribuida y a reducir emisiones de CO2. Según la distribución de los recursos, una especialización regional se configura. A lo largo del litoral atlántico, la velocidad y/o por la regularidad de los flujos de aire atraen (mega)proyectos eólicos; incluso para la producción de hidrógeno. En el Noreste, crece el aprovechamiento energético de la biomasa, recurso que también es cada vez más explotado en la región pampeana. A la producción de biocombustibles -bioetanol de caña de azúcar y maíz, y biodiesel de soja-, se suma el uso de residuos urbanos, agropecuarios y forestales. En el Norte los valores de radiación solar y los niveles de heliofanía favorecen la multiplicación de instalaciones solares, las que también resultan una alternativa adecuada en otras latitudes del país. Tras una serie de proyectos experimentales y convencionales promovidos por actores energéticos y/o productivos, crece la generación distribuida y se multiplican iniciativas colectivas.
La participación abierta en proyectos de energética cobra importancia. Las comunidades pueden asumir nuevos papeles en producción y en servicios de energía, con inversión y/o gestión, y compartiendo los beneficios. Por ejemplo, en la Unión Europea, se crean las figuras de “Comunidad de Energía Renovable” y “Comunidad Ciudadana de Energía” (directivas UE 2018/2001 y UE 2019/944), orientadas a obtener beneficios ambientales, económicos y sociales, por encima de una lógica lucrativa. Estas entidades colectivas son controladas por sus miembros; personas físicas, colectividades o pymes, no necesariamente radicadas en proximidad geográfica al proyecto. En Argentina, fue progresiva la conexión a las redes de distribución de pequeñas unidades de generación renovable gestionadas por sus usuarios, sistema conocido como de “generación distribuida”. Luego se incursiona en iniciativas de energía distribuida comunitaria, en las que los usuarios comparten la propiedad, gestión y los beneficios de un sistema. En ellas, la tecnología fotovoltaica ha predominado y surgieron así las primeras “comunidades solares”.
El marco normativo nacional generación renovable distribuida tomó forma progresivamente, para unificar e incorporar las experiencias provinciales. Con un régimen nacional de fomento (Ley Nacional 27.424, decreto reglamentario N°986/2018), se creó la figura del usuario-generador y se estableció un esquema de Balance Neto de Facturación o net billing, “sistema que compensa en la facturación los costos de la energía eléctrica demandada con el valor de la energía eléctrica inyectada a la red”. (resoluciones 314/2018). Los usuarios-generadores pueden ser individuales o comunitarios. Según estadísticas de la Secretaría de Energía, en marzo de 2025, 336 distribuidores y cooperativas se han inscripto en el sistema de generación distribuida para admitir y operar con usuarios-generadores, a quienes controlar, facturar y cuya energía distribuyen; y más de 2500 usuarios-generadores cuentan con los beneficios que la Ley nacional atribuye a la generación distribuida. Ellos representan la conexión de 66.4 MW a las redes de distribución. De éstos 13.7 MW de potencia se encuentran instalados en la provincia de Buenos Aires*. Los territorios bonaerenses han sido pioneros en la adopción de formas distribuidas de generación eléctrica.
En el Noroeste de la provincia de Buenos Aires NOBA, la energía motiva proyectos solares y biomásicos, principalmente. A menudo las experiencias energéticas son encabezadas por instituciones locales, en respuesta a programas provinciales** o nacionales; pero también surgen proyectos promovidos por ciudadanos e iniciativas comunitarias. Estos proyectos vienen a reforzar los servicios energéticos, y también se multiplican como oportunidades económicas. Los proyectos de energías renovables se corresponden con Objetivos de Desarrollo Sostenibles; medidas de adaptación y mitigación al cambio climático; estrategias de descarbonización; etiquetados socio-ambientales y otras estrategias posibles de transición a la sostenibilidad. Así la energía resulta un recurso territorial. Nuevos esfuerzos compartidos de aprovechamiento social y comunitario de la energía, favorecen un proyecto colectivo. La valoración de los paisajes y del patrimonio podría contribuir a apalancar la transición a la sostenibilidad, dando visibilidad al potencial de los recursos renovables y reforzando prácticas inclusivas y participativas en la co-construcción de nuevos proyectos locales, energéticos, turísticos y/ o culturales. La multiplicación de posibilidades técnicas, de organización y de valorización combinadas ofrecen territorializar la energía. como proyecto para las localidades NOBA.
* En la provincia de Buenos Aires, la generación distribuida fue reglamentada a comienzos de 2023. En el Área Metropolitana de Buenos Aires, las distribuidoras EDENOR y EDESUR, habían adherido más tempranamente, por lo que sus usuarios dan cuenta de gran parte de la potencia instalada en la provincia.
**Desde 2009, a través del Programa de Incentivos a la Generación de Energía Distribuida PROINGED, la Provincia invirtió en 26 plantas fotovoltaicas de mediana escala, para sitios con servicios deficitarios. Los parques son operados por las cooperativas eléctricas locales para beneficio de las poblaciones.
(*) Arquitecta , Master y Doctora en Ordenamiento Territorial, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), del Centro de Investigaciones Urbanas y Territoriales de la Universidad Nacional de La Plata y del Centro de Estudios sobre Territorios, Energía y Ambiente, Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, analiza para la Fundación Ciudad Abierta transición hacia las energías renovables en nuestra región.