“En tiempos aciagos, celebramos cada trinchera, desde dónde trazar rumbo para hacer la polis, la sociedad política que tiene una deuda con nuestros pueblos”, destacó Virginia González.
El Colectivo Juana Azurduy es una organización comunitaria que nació en el año 2010. Desarrolla proyectos en clave comunitaria. Impulsa propuestas educativas, productivas, culturales, sociales, orientadas hacia el fortalecimiento democrático, la promoción y protección de los derechos humanos, la preservación del medio ambiente, la construcción de una economía de solidaridad, el pleno desarrollo de nuestras infancias, adolescencias, jóvenes y sus familias.
Durante el mes de febrero, logró inaugurar la segunda casa comunitaria. Han acompañado en este camino, múltiples actores locales, regionales, provinciales.
Es preciso destacar la presencia del gobierno provincial, que sostiene sus políticas públicas a favor de las niñeces, adolescencias y juventudes, siempre en articulación con las organizaciones sociales.
“Estamos hoy agradecidos/as con nuestro destino común de hombres y mujeres que amamos nuestro territorio local y regional como medio para concretar tal sentido de vida, “soy porque somos”. La obstinación empecinada en construir colectivamente nos ha trazado un camino maravilloso, con matices impensados. Sin dudas somos militantes políticos/as, soñamos con un mundo más justo, solidario, y decimos en la comunidad de Organizaciones Chicos del Pueblo, que esa sociedad más justa no es una utopía irrealizable para quienes compartimos destino con las infancias, juventudes, familias y trabajadores/as”, subrayaron desde la entidad que tiene como referente principal a Virginia González, ex concejal, educadora y trabajadora social.
Agregando además que “y no lo es porque de qué manera podría hacerse más palpable un mundo más justo, si no es junto a nuestros pibes y pibas disputando el propio sentido de la vida, que tantas veces se nos ha negado. Esa es la fórmula secreta. Cuándo nos convocan para explicar ¿y qué es lo comunitario?”
“En tiempos aciagos, celebramos cada trinchera, desde dónde trazar rumbo para hacer la polis, la sociedad política que tiene una deuda con nuestros pueblos: incluir a las propias representaciones de su comunidad, en la definición del Estado que queremos, no sólo un Estado presente, también permeable a dejarse trasformar cuando sus respuestas son insuficientes o .peor aún, cuando dan la espalda a los sectores más desprotegidos por no comprenderlos, escucharlos. La más triste de las realidades que atravesamos en este tiempo”, remarcaron.
“Las organizaciones comunitarias no somos un tiempo transicional, mientras la crisis o la opacidad recorren desagradecidamente nuestras vidas. Somos la primera opción de una porción de la sociedad que elije vivir reivindicando el sentido colectivo de la vida, contra toda lección de los cultores de los valores del capitalismo financiero que nos proponen la vida despojada de humanidad. Para quienes hacemos el Colectivo Juana Azurduy, junto a más de 400 organizaciones comunitarias de nuestro país, es sustancial situar el pensamiento político, rebelarnos contra la idea de intervenciones que plantean “bajar al territorio”, para expresar que allí vivimos, porque habitamos el barrio, compartimos la vida en ese territorio, elaboramos juntos las respuestas a los problemas que aquejan nuestro tiempo histórico.
Unir creencias, territorio, amor a las causas del pueblo es nuestro mayor compromiso hacia la construcción política que hoy estamos expresando. Necesitamos resinificar por estos mismos motivos, nuestra relación con un Estado, que debemos seguir pensando, disputando, discutiendo. Si las burocracias del Estado son la excusa de las derechas para atentar contra su historia y su obra, en esta tarea también está nuestra la esperanza”, aseveraron además.
Y completaron: “La corriente pedagógica de la educación popular, sobre la que sostenemos nuestras categorías políticas y nuestro método, no se afianza sobre el cálculo clásico del progresismo y del liberalismo que no ve más opciones que el análisis crítico de nuestra realidad, en cambio, -como lo precisaba Evita en su práctica política y social- la educación popular se posiciona en la potencia, en aquello que es posible desplegar, sobre la certeza de que puede ser germinado. Así pensamos a nuestros niños/as, adolescentes, jóvenes, familias, trabajadores/as. Esa potencia requiere del protagonismo popular y de nuestras casas comunitarias abiertas. El abrigo y el pan no pueden faltar. Nuestro pensamiento, nuestra vida y nuestra acción política parten del mismo lugar. El sentido comunitario de la vida es la expresión más noble del sentido común. “No conocemos dicha más grande que la alegría que reconocernos en los demás”.